La primera gran disyuntiva -y quizá la más importante- a la que se enfrenta un autor tras finalizar su obra es cómo hacerla accesible a sus lectores.

En la actualidad el mercado ofrece diferentes soluciones para editar y dar a conocer un libro. Sin embargo, a poco que se profundice en ellas, el escritor descubrirá que éstas se acaban resumiendo siempre en dos:

-Encontrar una editorial que financie la edición de la obra. Para ello, el autor cederá los derechos de publicación de la misma a cambio de una compensación económica pactada.

-Asumir por parte del autor los trabajos de edición, comercialización y promoción de la obra, ocupándose de forma directa de estas tareas y contratando a las empresas o servicios que precise. En estos casos, el autor suele mantener los derechos de publicación del libro. 

Desconfiemos por sistema de aquellas editoriales que, a cambio de obtener los derechos de edición de una obra, no sólo no ofrecen dinero sino que exigen pagar al autor por cederlos. Aunque siempre hay excepciones, este tipo de tratos huelen a timo.

Salvo afanes muy concretos, todo autor desea acogerse a la primera opción. Las ventajas de que un sello editorial se haga cargo del manuscrito son abrumadoras:

 

PRINCIPALES VENTAJAS DE EDITAR A TRAVÉS DE UNA EDITORIAL
  • El autor no solo no arriesga su dinero sino que cobrará por su trabajo.
  • El escritor no debe preocuparse de materias que le son ajenas. Serán profesionales cualificados en cada disciplina quienes se cuiden de ella.
    • Corrección
    • Diseño y Maquetación
    • Impresión
    • Distribución.
    • Marketing y comunicación
  • La editorial arriesga su dinero por lo que es la primera interesada en hacer del lanzamiento un éxito. Pondrá todos los medios a su alcance para no fracasar en el proyecto.

 

De hecho, planear estas dos opciones como una elección libre no deja de ser un eufemismo. En la inmensa mayoría de los casos el autor sólo se plantea la segunda opción -autoedición-, después de que todas las editoriales a las que ha acudido he hayan dado con la puerta en las narices. 

 

La odisea de intentar que una editorial te haga caso exigiría un blog dedicado al tema. Pero  la crónica estaría tan llena de crueldades, ataques a la autoestima y argucias rayanas en la ilegalidad que preferimos no entrar en este terreno. De momento.

 

En todo caso, si la única alternativa es autoeditar, no debemos caer en el pesimismo. Tomar las tiendas de nuestra propia obra obra también tiene sus ventajas. (En serio, no os riáis…)

Las veremos en la próxima entrega.