Todos guardamos secretos ¿O no? En mi caso muchos, y algunos de ellos muy graves.
¿Creen que exagero? Juzguen ustedes mismos.
Sé que en Barcelona se han cometido varios asesinatos. Podría dar todos los detalles de estas muertes y sin embargo a nadie he dicho nada… ¡pese a que también conozco a los criminales!
Callo información fidedigna sobre policías corruptos y abusadores de género. Esto último me corroe las entrañas.
Siguiendo con mi política de ocultación, continúo sin querer denunciar que en mi ciudad un peligroso gangster extiende su red de negocios sucios con total impunidad.
Me pesa saber que hay personas que han recibido amenazas e incluso palizas sin que de mi boca haya salido una sola palabra para denunciar tales hechos, máxime cuando podría señalar con el dedo a los sicarios y a sus inductores.
Y llevo mucho tiempo mirando hacia otro lado para no delatar una estafa multimillonaria teñida varias veces de sangre.
Lo reconozco, Mi silencio cómplice protege a farsantes, psicópatas, asesinos a sueldo, policías, ladrones, ladrones policías, mujeres de rompe y rasga, marchantes, buscavidas, millonarias ninfómanas, artistas frustrados, bohemios consagrados, tipos deprimidos, busconas, sobrevivientes, amantes clandestinos, respetabilísimos cornudos, grandes embaucadores, flautistas, funambulistas y tipos que un día se rindieron.
También sé de un misterio; y de unas vidas perdidas.
Créanme, se hace muy difícil sobrellevar una vida normal cuando se guardan tantos secretos.
¡Sobre todo porque estoy deseando confesarlos!
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