Sello de la T.I.A.

Leo en El País que una mujer, a quien su ex pareja había estafado 60.000 euros, contrata al novio de su hija, que dice ser el Jefe de los Servicios Secretos, para liquidar al timador y recuperar el importe robado mediante la venta de órganos en el mercado negro.

Leo que todos los puntos de semejante encargo quedaron recogidos en un documento de prestación de servicios. Que el presunto Jefe de los Servicios Secretos, tras obtener 7000 euros en concepto de adelanto, desapareció sin dejar rastro. Y que la mujer, sintiéndose doblemente timada (por su ex pareja y por el novio de su hija) denunció en una comisaría de Madrid al sicario por incumplimiento de contrato.

Leo también que madre e hija fueron detenidas al instante. Y que el jefe de los servicios secretos, pese a su increíble hoja de servicios -1.897 objetivos abatidos, 524 capturados, 352 misiones a sus espaldas, adiestrado en disciplinas tan dispares como artes milenarias, superación, guía canino o climatización, entre otras más propias de un agente de campo- no tardó en ser encontrado y puesto a disposición judicial. El sujeto a trocear para su venta por piezas también está localizado, sano y salvo, aunque no se descarta su detención por estafa.

El dispositivo policial para capturarlo se bautizó como «Operación Kafka». Se entiende.

Este es el enlace al contrato, cuya lectura debería ser obligatoria para cualquier aprendiz a fabulador. Aunque dudo que ningún autor se atreviera parir una historia así.

Quizá debería desplazarme a esa misma comisaría de Madrid. Y denunciar a la realidad por competencia desleal hacia la literatura.

Total, los agentes que prestan declaración ahí ya deben estar curados de espanto.