En estos tiempos de fanatismos, de adhesiones inquebrantables, de convertir en enemigo a quien no comulgue con tus postulados, de intentar destrozar al diferente por el mero hecho de serlo y de imponer verdades aún a base de mentiras, se hace más imprescindible que nunca reivindicar la disonancia, oponer al adoctrinamiento el pensamiento crítico, huir de anatemas y cuestionar sobre todo lo incuestionable. Aún a sabiendas de los riesgos que, cada vez más, supone pensar por uno mismo y, sobre todo, expresarlo.
La penúltima víctima de esta ola de intransigencia está siendo Javier Cercas. No me extenderé sobre la operación de acoso y derribo que está sufriendo el autor de “Soldados de Salamina” por parte de los comisarios del pensamiento único. No vale la pena.
La cultura sigue siendo la principal enemiga de los totalitarios. Y la más fácil de atacar por parte de quienes carecen de ella.
Todo mi apoyo a Javier. Un escritor al que admiro y una persona con quien no comparto muchas de sus opiniones.
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