Espacio personal de Bernardo Muñoz.

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Rompiendo tópicos de escritor (parte 2)

Un angster melancólico

El gangster melancólico

Tópico nº 2: “Todos los personajes del libro son hijos míos y a todos quiero por igual”

El tópico entre los tópicos. Pues bien, ya les gustaría: Algunos personajes de mi novela son unos auténticos hijos de mala madre, seres indeseables y sin escrúpulos que tendrán bien merecido cuanto les pueda ocurrir de malo.

Es más, ya me encargaré yo de hacerles pagar por sus fechorías.

Soy mucho más indulgente con otros. En el libro encontraremos algunos hombres y mujeres que, marcados por su historia, parecen abocados a la fatalidad. Y aunque cabe precaverse de ellos, no puedo juzgarlos con la misma severidad que aquellos que ya nacieron siendo unos cabronazos.

Por último, reconozco mi debilidad, a todas luces irracional, por los tipos más histriónicos que han dejado su impronta en el relato. Desde quienes provocan vergüenza ajena hasta aquellos que, por decoro, prefiero no calificar.

Como conclusión, confieso que mi baremo afectivo no depende tanto del rol de los personajes en la historia (el bueno, el malo, la chica…), sino del trabajo invertido en pulirlos hasta dotarlos de una personalidad propia. Cuanto más humanos, o sea, creíbles y coherentes en su imperfección, más orgulloso me siento de ellos.

¿Significa esto una contradicción con lo expresado al principio de esta entrada? En absoluto. Aunque los buenos despiertan más afecto que los malos, los malos pueden ser mucho más divertidos que los buenos.

Rompiendo tópicos de escritor (parte 1)


tópicos exritor tacones agujaTópico nº 1. “Hay parte de mí en todos los personajes de mi libro”.

Mentira. Yo no tengo nada de acosador, ni de putero, ni soy un corrupto. Os aseguro que jamás he matado a nadie, ni he ordenado ejecuciones.

Salvo  sorpresa mayúscula por mi parte, no soy depositario de ningún gran secreto familiar.

Tampoco uso minifaldas, ni sé caminar sobre tacones de aguja, ni, hasta donde intuyo, los hombres pierden la cabeza por mí.

No trato de sobrevivir sobre las cenizas ya esparcidas de una vida anterior, ni doy la espalda a la gente que quiero, ni me esfuerzo por construir defensas emocionales y encerrarlas en una burbuja.

Además, no tengo ni idea de tocar la flauta travesera.