Rompedor, clasista, extravagante, vanguardista , conservador, progresista, elegante, histriónico, agudo, innovador, mordaz, brillante, inquieto, cínico, ególatra, provocador, narcisista, americano y hasta marciano. ¡Con todos ustedes, míster Tom Wolfe!
Créanme, cuando una persona aglutina tantos y tan contradictorios adjetivos… ¡¡¡Bufff!!! ¡¡¡¡ARGGGG!!!! sin duda debe tratarse de un tipo excepcional. Una figura de la que por desgracia hoy toca despedirse
Tom Wolfe aportó al mundo una visión de la vida y una peculiar forma de narrarla, en lo que acabó definiéndose como Nuevo Periodismo. Un estilo que Wolfe contribuyó a crear y que ha marcado a varias generaciones de escritores y periodistas. Una forma de entender el mundo y de comunicarlo que, cincuenta y tantos años más tarde, agoniza.
Al nuevo periodismo lo ha matado Internet.
La Red ha transformado los medios, digitales y en papel, en unos productos de consumo efímero e inmediato. Un cambio radical que ha acabando relegando a a los reportajes a un plano casi testimonial . Fíjense si no en el páramo de la prensa española. Ningún semanario que merezca tal nombre, dominicales en desbandada y unos medios on-line centrados en lo efímero.
Además, ahora las críticas mordaces se hacen desde Twitter, empleando unos pocos caracteres y sin necesidad de oficio o cultura. No hablemos ya de estilo o profundidad.
Así las cosas, solo queda despedirse de Wolfe, recordar su legado y esperar tiempos mejores. Ustedes y yo sabemos que llegarán ¡VERDAD? ¡¡¡¡glubbbsss!!!!!
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