Abrí este blog tiempo después de firmar contrato con la editorial, como una suerte de ejercicio al que me obligaba con objeto de sobrellevar unos temores e inseguridades que me iban a acompañar hasta ver la obra publicada.
Craso error.
Al mismo ritmo que aumentaba la incertidumbre, apoyada en señales cada vez objetivas, decaían mis ganas de compartirla con nadie. Así que dejé de escribir.
Hoy parece que las nubes se disipan. Y es un sincero alivio, aunque el paisaje que vislumbro me sitúa a un paso del peor escenario de los que en su día imaginé. Pero al menos empiezo saber a qué atenerme y en cuanto vuelva a componer la situación, decidiré.
Nunca me han faltado arrestos para remontar desde cero, ni reinventarme, ni mutar. Sin embargo, me reconozco incapaz de gestionar la incertidumbre.
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